Da: "Nello Margiotta" A: Oggetto: ARGENTINA:Las Madres de la resistencia civil Data: mercoledì 1 maggio 2002 17.41 Marcela Valente BUENOS AIRES, 30 abr (IPS) - Las Madres de Plaza de Mayo, que se reunieron por primera vez en Argentina hace 25 años, no lograron recuperar a sus hijos secuestrados por la dictadura militar (1976- 1983), pero su acción es reivindicada como pionera en estos días de crisis por numerosas organizaciones de resistencia civil. Argentina vive la crisis más profunda de su historia, con debilidad institucional, recrudecimiento del desempleo y la pobreza y un colapso económico y financiero sin precedentes. En este contexto, afloran movimientos de resistencia pacífica que toman a las Madres de Plaza de Mayo como modelo de lucha. Caceroleos, piquetes, asambleas y "escraches" son algunas de las actuales formas de protesta que tuvieron como matriz la ronda espontánea de las Madres en la Plaza de Mayo, en plena dictadura militar, cuando lo que estaba en juego era la vida de sus hijos e hijas secuestrados por el régimen. Los piquetes comenzaron a mediados de los años 90, cuando el desempleo comenzó a subir. Pobres, desempleados y trabajadores estatales suelen desde entonces irrumpir en rutas y caminos para cortar el tránsito para protestar, a veces por un día, otras por tiempo indeterminado. Los caceroleos se iniciaron sin que nadie los convocara el 19 de diciembre, víspera de la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa. Primero sonaron en las casas, más tarde en las esquinas, y finalmente en la plaza de Mayo, el lugar de las manifestaciones más concurridas de la historia del país. De los caceroleos se desprendió en diciembre el movimiento de asambleas, que nuclean a los vecinos en las esquinas de diversos barrios y que luego envían sus delegados a un plenario semanal. Los ahorradores, que protestan frente a los bancos que les impiden retirar sus depósitos, tomaron como modelo los escraches, actos frente al domicilio de represores de la dictadura para "escracharlos" (dejarlos en evidencia) ante sus vecinos. Los escraches fueron ideados por Hijos, organización que nuclea a hijos de desaparecidos. Sus integrantes identifican el domicilio de un represor, hablan con sus vecinos para que conozcan sus antecedentes y luego organizan un acto frente a la vivienda. Mientras, desde diciembre, los damnificados por la crisis financiera recorren desde enero el centro de Buenos Aires, portando cacerolas y palos, para pegar carteles o pintar consignas en la fachada de los bancos, a los que acusan de estafar a los ahorradores. Las Madres de Plaza de Mayo ven con orgullo la multiplicación de movimientos de lucha que las invitan a participar. Pero las 14 madres de desaparecidos que se dieron cita el 30 de abril de 1977 en torno a la pirámide de la plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno, estaban solas, dijo Josefina de Noia, madre de una joven psicóloga secuestrada en 1976. De Noia fue la primera en llegar aquel día, cuando el régimen llevaba poco más de un año en el poder. Ya se habían producido miles de secuestros. "Nos reunimos allí para ir juntas a la casa de gobierno, pero como era sábado no había nadie y entonces decidimos volver el jueves de la semana siguiente", dijo la anciana. El jueves ya eran 30 las mujeres reunidas allí para intercambiar información sobre el destino de sus hijos secuestrados. La policía les exigía que " circularan", pues las reuniones en lugares públicos estaban prohibidas debido al estado de sitio. Por eso, las Madres comenzaron a circular, del brazo y en parejas, alrededor de la pirámide. Muchas veces la policía las echó de la plaza. Las Madres debían entonces refugiarse en iglesias. Dos de ellas fueron secuestradas y están desaparecidas. Nora Cortiñas, otra de las fundadoras del movimiento, estuvo detenida seis veces en comisarías. El retorno de la democracia en 1983 les trajo buenas y malas noticias. Al principio, partidos políticos y sindicatos las reivindicaron y los ex dictadores fueron juzgados y condenados. Pero luego se aprobaron leyes de amnistía a los represores y finalmente el indulto, durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999). En medio de esos vaivenes, las Madres se dividieron en dos organizaciones. Las lideradas por Hebe de Bonafini se volcaron a trabajar junto a partidos de izquierda, y las Madres de la Línea Fundadora, crearon un movimiento más horizontal, sin liderazgos fuertes, y volcadas a una lucha testimonial. El movimiento de Bonafini inauguró hace tres años una Universidad Popular que dicta cursos de Derechos Humanos, Economía Política, Arte, Cine y Psicología Social. También alberga el mayor archivo sobre violaciones de derechos humanos del país. Según informes oficiales, los desaparecidos por la dictadura son más de 11.000, aunque las Madres calculan que son casi el doble. Ninguno fue encontrado con vida. Las Abuelas de Plaza de Mayo, organizadas para hallar a menores secuestrados por los represores, lograron ubicar ya a 70 de sus nietos. "Nosotras no conseguimos rescatar a ninguno de nuestros hijos desaparecidos, pero fuimos ideando nuestra lucha, aun con temor, y aprendiendo de la experiencia", dijo María Adela Gard, otra de las mujeres participantes de la primera ronda que se repitió todas las semanas por 25 años. Desde entonces, la presencia de las Madres es un testimonio vivo en cada acto de protesta gremial, estudiantil, humanitaria, en recitales de solidaridad con los más desposeídos, en piquetes, "caceroleos" o en protestas frente al domicilio de militares golpistas que lograron eludir la condena judicial. "Ellas fueron la punta de lanza de una lucha que comenzó poco después del golpe de Estado de 1976 y todavía sigue", dijo a IPS el piquetero Jorge Núñez, integrante del Congreso de los Trabajadores Argentinos en La Matanza, la localidad más pobre y populosa de la central provincia de Buenos Aires. "Ellas nos dan fuerza. A las Madres no les tembló el mentón cuando tuvieron que salir a la calle con los militares, y a nosotros siempre nos transmiten mucha confianza, sobre todo a los vecinos que están más arrinconados por la pobreza y el miedo y no tienen ganas de salir a pelear", explicó Núñez. La maestra Gladys Quinteros también pensó mucho en las Madres de Plaza de Mayo cuando decidió en diciembre ir sola a una plaza cercana a su barrio, en la localidad de Merlo, provincia de Buenos Aires, en las vísperas de la caída de De la Rúa. Quinteros pensó que si iba a la plaza de Merlo, al igual que miles de habitantes de la capital se trasladaban a la plaza de Mayo, podría sumarse así simbólicamente a la protesta para reclamar la renuncia de De la Rúa. "En aquel momento estaba sola, con mi hija y una bandera argentina. Pensé en las Madres, y me puse a caminar sola alrededor del mástil de la plaza", dijo a IPS. A la semana siguiente, decenas de vecinos la acompañaban en la primera asamblea de su zona, que luego se repitió cada semana. Cuando eran cientos los vecinos que se reunían a protestar, un grupo de desconocidos los corrió con bastones y les pegó hasta dispersarlos. A la semana siguiente, miles se presentaron a la reunión. Entre ellos había un puñado de Madres de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos. Las Madres comenzaron identificándose con un pañuelo blanco en la cabeza, anudado en el cuello, que simbolizaba el pañal de gasa que usaron con sus hijos pequeños. El pañuelo lleva bordado el nombre de sus hijos Nello change the world before the world changes you because another world is possible www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm