Da: "Nello Margiotta" A: Oggetto: Brasile: Sembrando la semilla de la resistencia Data: mercoledì 8 maggio 2002 15.19 Sue Branford da ATTAC Brasil esta sufriendo crecientes presiones para que autorice los cultivos genéticamente modificados, en la estela de la decisión tomada el mes pasado por la India de abrir las puertas a esta tecnología. Durante cuatro años, un pequeño grupo de ecologistas y consumidores cortos de fondos han triunfado contra todo pronóstico en mantener en vigor la prohibición de organismos genéticamente modificados (OGM), pero muchos observadores piensan ahora que es sólo cuestión de tiempo que también Brasil siga la tendencia mundial. Brasil es la pieza clave en el puzzle global de la biotecnología. El área de cultivos genéticamente modificados en el mundo ha crecido desde 1,7 millones de hectáreas en 1996 hasta 52,6 millones en la actualidad en 2001. Alrededor de dos tercios de la misma ha sido sembrada con una variedad de soja manipulada por la multinacional de la tecnología Monsanto para que resista su herbicida Round-Up. Tanto los Estados Unidos, que son el primer productor de soja, como Argentina, que es el tercero han autorizado cultivos genéticamente modificados. Solo Brasil, el segundo mayor productor, aun resiste a los OGM. Se espera que, en breve, la Cámara de Diputados brasileña apruebe un proyecto de ley que autorizará la producción y el consumo de OGM. Como primer paso, la comisión especial de la Cámara sobre alimentos genéticamente modificados aprobó un informe muy favorable a los OGM el mes pasado. Si Brasil da luz verde, será cada vez más difícil para Europa y Asia adquirir soja no genéticamente modificada a precios normales. Se convertirá en un producto-nicho por el que los consumidores ecológicamente concienciados y preocupados por la salud tendrán que pagar un alto coste. Los cultivos genéticamente modificados serán la norma. Bob Callanan, de la Asociación Americana de la Soja, que es fervientemente pro OGM, declaró el año pasado: "Estamos esperanzados en que la última ficha de dominó caiga pronto. Por eso los ecologistas están montando tanto follón en Brasil. Porque saben que si cae, se acabó". La terca resistencia de Brasil a los cultivos genéticamente modificados cogió a las empresas de biotecnología por sorpresa. Cuatro años antes, Monsanto esperaba que Brasil autorizase los OGM sin debate, tal y como había ocurrido en la vecina Argentina. Como parte de su estrategia global, Monsanto había comprado empresas brasileñas de semillas y estaba lista para dominar la agricultura biotecnológica. El gobierno brasileño había expresado su apoyo a los cultivos genéticamente modificados y estaba ayudando a financiar una factoría de 360 millones de dólares que Monsanto estaba construyendo en el nordeste del país para suministrar materias primas para el Round-Up a toda Sudamérica. A principios de 2000, Monsanto incluso importó semillas genéticamente modificadas para vender a los granjeros en la siguiente siembra, previa autorización. Pero Greenpeace y el Instituto Brasileño para la Defensa del Consumidor (IDEC) tenían otras ideas. Alegaron conjuntamente ante los Tribunales que el gobierno no tenía autoridad para permitir a Monsanto la producción de semillas genéticamente modificadas sino que la legislación medioambiental del país exigía que primero se realizaran estudios acerca de los efectos a largo plazo de los cultivos transgénicos en la salud y el medio ambiente. En una sentencia histórica, en mayo de 2000, un juez brasileño falló en favor de los demandantes. Monsanto apeló de inmediato pero todavía esta esperando una decisión definitiva que se espera se produzca pronto. Hasta hace poco, el lobby anti OGM tenía poco apoyo de la poderosa comunidad agrícola brasileña. Deslumbrados por informaciones de grandes cosechas OGM y bajos costes de producción, granjeros del sur del Brasil comenzaron a adquirir semillas genéticamente modificadas pasadas de contrabando desde Argentina. Según algunas informaciones, hasta la mitad de la soja plantada en el más meridional de los Estados brasileños, Rio Grande do Sul puede ser transgénica. Sin embargo, a lo largo del año pasado, algunos granjeros brasileños se lo han pensado dos veces. Un enorme frente de la soja se ha desplazado hacia el norte, alcanzando primero las planicies del Mato Grosso y llegando ahora a la cuenca del Amazonas. Estos agricultores han tenido mucho éxito con sus exportaciones de soja no genéticamente modificada, algunas de las cuales llegan directamente a Europa a través del nuevo puerto de Itacoatiara en el río Amazonas. Durante los últimos dos años la porción de Brasil en el mercado mundial de soja ha crecido del 24 % al 30 % mientras que la tajada de los Estados Unidos se ha encogido del 57 % al 46 %. Una asociación agraria ha declarado recientemente que sería "muy tonto" para Brasil autorizar los cultivos genéticamente modificados porque "nos arriesgaríamos a perder un mercado que hemos conquistado muy duramente". No obstante, el ministro brasileño de Agricultura, Pratini de Moraes, es un firme defensor de los cultivos genéticamente modificados. En dos ocasiones ha intentado, sin éxito, autorizar algunos OGM. El año pasado, en un viaje a los Estados Unidos, manifestó que Brasil estaba planificando fuertes inversiones en cultivos genéticamente modificados. "No debemos arriesgarnos a retrasarnos en la carrera tecnológica", añadió. Durante los últimos meses, la batalla sobre los OGM se ha enconado. En enero, Anthony Harrington, ex-embajador de los Estados Unidos en Brasil y actualmente lobbista de Monsanto, se reunió en privado con el Presidente Fernando Henrique Cardoso que se encuentra en su octavo y último año de mandato. Poco después, Cardoso convocó a todos los ministros afectados por el debate sobre OGM y silenció al ministro de Medio Ambiente, José Sarney Filho, que se había alineado abiertamente con los ecologistas. Desde entonces el ministro ha dimitido, aparentemente por otros motivos. Ahora, la atención se vuelve sobre el Congreso. Mientras la Cámara de Diputados se prepara para votar, varios directivos de Monsanto, incluido el director general Rodrigo Almeida, han sido vistos intentando influir en los diputados. "El tiempo está de nuestro lado, en la medida en que los problemas de los OGM se vuelven cada vez más claros", dice Flavia Londres, de la coordinadora anti OGM. "La batalla está lejos de haberse perdido". Del GuardianWeekly del 25 de abril (aniversario de la revolucion portuguesa) al 1 de mayo (Dia del Trabajo) de 2002. Traducción Angel Díaz Méndez **********************************************************+ Nello change the world before the world changes you because another world is possible www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm