Da: "Nello Margiotta" A: Oggetto: El ALCA y sus consecuencias economicas Data: giovedì 12 settembre 2002 19.50 Red Bolivariana, 11 de Septiembre de 2002 Víctor Morón El proyecto ALCA (Alianza de Libre Comercio de las Américas) nació como una iniciativa unilateral de los Estados Unidos para la formación de una zona de libre comercio continental "desde Alaska hasta Tierra del Fuego", con el argumento de que liberar las fuerzas del mercado tendrá un efecto beneficioso sobre todas las economías del continente e impulsará el desarrollo de sus capacidades productivas. En su actual concepción, y con el diseño que se conoce hasta ahora, es improbable que el objetivo proclamado se cumpla, sino más bien todo lo contrario, por lo que el proyecto debe -al menos en esta etapa- ser rechazado. Afirmamos esto porque se trata de la asociación de una economía hegemónica (la mayor del mundo y la de mayor crecimiento en su productividad) con el conjunto de las economías latinoamericanas consideradas individualmente, mucho más pequeñas y menos competitivas. Las mayores concesiones serán hechas por los países latinoamericanos, y las mayores ganancias serán para las empresas de los EE.UU. Para ilustrar la afirmación anterior basta señalar que la protección arancelaria estadounidense para los productos manufacturados es del orden del 3%, mientras que la del Mercosur supera el 10%. Barreras para-arancelarias aparte, la concesión que realizará el Mercosur triplica la que recibirá de los Estados Unidos. La teoría económica académica distingue dos efectos de la integración económica, uno positivo y uno negativo: la creación de comercio y el desvío de comercio. La creación de comercio es el reemplazo de producción local por importaciones de menor costo provenientes de los países involucrados en el acuerdo. El desvío de comercio, el reemplazo de importaciones extra-región por importaciones producidas en forma menos eficiente por algún miembro de la región, que pese a su mayor costo se benefician de la eliminación de aranceles. Según esta teoría, la creación de comercio es beneficiosa para el país que la realiza (aumenta el bienestar social), por dos razones. Por un lado, por el ahorro de recursos que se destinaban a la producción de ese bien, y que ahora podrán orientarse a actividades con mayores ventajas competitivas. Por el otro, porque el menor precio soportado por los consumidores redundará en un aumento del consumo doméstico, sea del bien en cuestión (efecto precio) o de otros bienes (efecto ingreso). Y es beneficiosa para el país exportador porque aumenta la demanda y, por lo tanto, la producción. La suma del aumento del bienestar en ambos países determina un aumento del bienestar general. El desvío de comercio, en cambio, y siempre en los términos de esta teoría, disminuye el bienestar general, al desplazar las importaciones de un país desde territorios donde la producción es más eficiente hacia otros de menor eficiencia y competitividad, pero beneficiados por un nivel de protección arancelaria inferior. La ganancia es baja en el país receptor y hay una pérdida neta en la esfera de la producción, que se desplaza de un espacio económico eficiente en la misma a otro más ineficiente. La teoría, estática en su concepción, es insuficiente, al no considerar los efectos dinámicos de industrialización (o desindustrialización) en las áreas participantes, pero sus términos son reveladores, porque a partir de ellos puede pronosticarse cuáles serán las consecuencias relevantes del ALCA. Habrá, sin duda, creación de comercio, porque muchas producciones locales serán reemplazadas por productos estadounidenses, elaborados en mejores condiciones de productividad. Se beneficiarán, indudablemente, los consumidores en cuanto a tales, por los menores precios, pero la experiencia acumulada en una década (más o menos, según el caso de los distintos países del continente) de apertura económica indica que los factores de la producción "liberados" y "disponibles para reorientarse a otras actividades en las que el país sea más competitivo" no se reorientarán, y simplemente quedarán fuera del mercado, lo que implica desempleo estructural, para la mano de obra, y destrucción del tejido productivo y empresarial. Este efecto no es contemplado por la teoría académica, que supone un mundo idílico, de infinitas unidades productivas que no condicionan los mercados y sin razones políticas que subordinen las económicas. La realidad desmiente las supuestas ventajas de la "creación de comercio", que en este caso tendrá un solo beneficiario: la economía hegemónica. Pero el efecto más importante será el desvío de comercio, de nuevo en beneficio de la nación hegemónica. Este efecto será beneficioso para los EE.UU. y neutral para nuestros países. Los desplazados serán la Unión Europea y los países de Asia y Oceanía. Para decirlo sin ambigüedades, el proceso tendrá un solo ganador: los Estados Unidos, que desplazarán simultáneamente el comercio proveniente de terceros países y la producción local sobreviviente a la apertura de los años 90. Algo así como un revival -por otros medios- del "gran garrote", que completará la integración de los países de América Latina al hinterland estadounidense. Esto resulta claro en la forma en que se han abordado las negociaciones. La liberalización comercial se propone a partir del año 2005, con un cronograma de liberaciones escalonadas que culminará diez años después. Pero se establece como prioridad la negociación perentoria de un acuerdo de inversiones similar al (por ahora) abortado AMI , de ejecución inmediata. Tampoco se habla de acuerdos migratorios. Cuando una región pertenece a un espacio económico común, frente a una crisis en ella, la población tiene la posibilidad de emigrar a otra región del mismo espacio. Si, por ejemplo, una caída de los precios petroleros provoca una recesión en Texas (que pertenece al espacio económico común que conforman los Estados Unidos), los texanos afectados pueden desplazarse a cualquier estado que atraviese una situación de auge impulsada por el crecimiento de otra actividad. Pero el proyecto del ALCA es el de una zona de libre tránsito de mercancías, no de personas. Un ciudadano latinoamericano que pierda su empleo por la desindustrialización que generará el flujo de bienes norteamericanos no podrá mudarse a los Estados Unidos. En síntesis: la "movilidad perfecta de los factores de la producción" se reduce a: movilidad de capitales, ya; movilidad de mercancías, mañana, y movilidad de trabajadores, nunca. Los Estados Unidos están dispuestos a invadir a la América Latina con sus capitales y sus mercancías, pero no a recibir a las personas desplazadas por su invasión. Tampoco se propone la discusión -como fue el caso de la Unión Europea- de los mecanismos para lograr la convergencia económica entre partes desiguales. Este podría ser un sustituto del libre tránsito de personas (mantener las restricciones migratorias a cambio de condiciones para fijar las poblaciones en su país de origen), pero requeriría el establecimiento de instituciones y fondos -cuyo costo tendría que ser solventado en proporción a la riqueza evidenciada por los participantes según su PBI- en vista a la convergencia. No es éste un tema de la agenda, ni siquiera secundario. Tampoco son temas de la agenda algunos tan sensibles como los derechos laborales, los derechos humanos o la protección del medio ambiente. La eliminación de las barreras comerciales, en ausencia de medidas de promoción social tenderá a profundizar las disparidades económicas, sociales y ambientales. Se perpetuará, en desmedro de nuestros países, el patrón de desarrollo basado en la exportación, sobre todo de productos primarios, que ha probado a lo largo del siglo XX ser apto para integrar sólo a las élites relacionadas con la potencia imperial de turno. Este proyecto, que sólo beneficiará a la potencia hegemónica, entra en franca contradicción con los dos procesos de integración ya avanzados en Sudamérica: la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercosur. Estos procesos, de diferente antigüedad (30 años, la CAN, 5 años el Mercosur) persiguen un mayor grado de integración y, pese a sus limitaciones, se han instrumentado en torno a instituciones más progresivas que el ALCA. Aceptar sin condiciones -y en plazos tan cortos- la integración continental que proponen los Estados Unidos significaría arrojar por la ventana los esfuerzos realizados. De lo que se trata, más bien, es de continuar por el camino emprendido y de vincular ambos proyectos (CAN y Mercosur) con el objetivo de lograr la integración sudamericana. Simultáneamente habrá que atacar los dos frentes que hoy determinan fuertes bloqueos al desarrollo de nuestros países: la mala distribución del ingreso, que limita el desarrollo del mercado y distorsiona los patrones de consumo, y el bajo desarrollo tecnológico, que produce una fuerte dependencia externa en materia de provisión de bienes de capital e insumos industriales. La escala resultante permitirá abordar la internalización y el encadenamiento de los procesos productivos a escala subcontinental, al desatar un proceso que hoy es imposible de realizar en los contextos nacionales. Por supuesto, se hace imperativa la participación de las organizaciones sociales en este proceso para garantizar que su objetivo más importante sea lograr el desarrollo económico con justicia social. Después, una Sudamérica unificada, dotada de instituciones políticas que aseguren la continuidad del proceso y de instituciones económico-sociales que tiendan a superar las asimetrías internas, estará en condiciones de discutir si negocia o no alianzas económicas más amplias. Pero si decide hacerlo, ello ocurrirá en un plano de menor desigualdad. ************************************************** Nello change the world before the world changes you because another world is possible