Da: "Nello Margiotta" A: Oggetto: La crisis de la economia argentina: sin salida a la vista Data: martedì 11 febbraio 2003 14.43 11 de febrero del 2003 Edgardo José Ferrer Rebelión Para algunos, el viraje producido durante 2002 por la hiperdevaluación duhaldista ha sido decisivo para cambiar el curso de la crisis. Después de una profundización inicial de la recesión, habríamos comenzado a gozar de la recuperación que, mecánicamente, sigue a toda crisis. Las gigantescas transferencias de recursos de pobres a ricos llevadas a cabo con la hiperdevaluación, con la pesificación de las deudas internas de los monopolios y con la incautación de los depósitos de los pequeños y medianos ahorristas, habrían sido lo suficientemente "purgativas" como para descargar todos los costos del final de fiesta de la convertibilidad sobre las espaldas del pueblo, creando las condiciones para un nuevo arranque de la economía. Sobre bases más estrechas por la destrucción sufrida y con una relativa estabilidad monetaria y financiera, la firma del reciente acuerdo con el FMI habría comenzado a restablecer "la confianza de la comunidad financiera internacional", a partir de la cual tendríamos por delante un nuevo sendero de crecimiento basado en las exportaciones y en la sustitución de importaciones. Sobre el carácter "purgativo" de los procesos económicos vividos durante 2002 habría mucho que decir (basta con mirar los indicadores de desocupación, indigencia y pobreza para comprender que esto ha sido y sigue siendo un genocidio planeado). Debemos hacer hincapié, sin embargo, en que tras 25 años de políticas "neoliberales" que fortalecieron el latifundio en el campo y llevaron la dependencia económica de la nación a niveles inéditos, todas las contradicciones que brotan de la estructura económica de nuestro país están en tensión extrema, por lo que ni el bloque dominante logrará estabilizar la economía con una devaluación ni el pueblo, después del 20 de Diciembre de 2001, será presa fácil de los nuevos y más profundos ajustes que desde el punto de vista de los amos del mundo la situación requiere. Un país esquilmado Si miramos los números, es cierto que el superavit de la balanza comercial obtenido durante 2002 alcanzó 16.358 millones de dólares, contra 6.289 millones de dólares en 2001. Pero tengamos en cuenta dos cuestiones. En primer lugar, que el superavit se debe a un violento derrumbe de las importaciones (-56%) como consecuencia de la hiperdevaluación duhaldista (las exportaciones con suerte se estancaron), lo cual será un "logro" para el gobierno y sus economistas, pero no lo es para la mayoría del pueblo, porque dicho derrumbe se asienta sobre la destrucción del mercado interno, en el que el hambre, el desempleo, los bajos salarios y jubilaciones, la indigencia y la pobreza reinan soberanos. Y en segundo lugar, tampoco es favorable para la nación porque los 16.358 millones de dólares no sirven para impulsar materialmente la reproducción y el crecimiento de la economía nacional sino para el pago del tributo a los países imperialistas, contribuyendo así, con hambre y recesión aquí, a paliar los efectos de la crisis mundial capitalista allá. "Un esfuerzo fiscal sin precedentes" El FMI y el G7 pretenden que dicho superavit comercial se amplíe, y como en medio de la crisis mundial es cada vez más difícil exportar, habrá que poner toda clase de obstáculos a la demanda de importaciones, entre los cuales no hay nada más adecuado, para partidarios como éstos de la "libertad de mercados", que mantener las condiciones recesivas del mercado interno. Además pretenden que el grueso de los dólares obtenidos se canalice hacia el pago de los servicios de la deuda externa. Como el deudor, que es el gobierno, carece de recursos exportables porque los privatizó (petróleo por ejemplo), debe comprar los dólares con superavit fiscal, ya que si lo hiciera con emisión monetaria se dispararía la hiperinflación. De allí que en la carta de intención firmada con el Fondo (la pública, no la secreta) figure la exigencia de alcanzar en 2003 un superavit fiscal primario (antes del pago de intereses) del 2,5% del PBI, lo que equivale a unos 13.300 millones de pesos. Algo muy duro, si se piensa que en 2002 hubo equilibrio primario. ¿Cómo piensan lograrlo? Bajando el gasto público real un 30% mediante diversos recortes y con ayuda de la inflación, por lo que los salarios y jubilaciones seguirán cayendo, se ajustará a la provincias, los planes sociales se seguirán licuando y los presupuestos de salud y educación también se licuarán. Y aumentando la recaudación mediante una mayor presión fiscal sobre las espaldas del pueblo. Se entiende por qué lo exigido en el mini acuerdo con el FMI (mini porque apenas si llega a agosto de 2003, debiendo rendir examen todos los meses) es sólo el principio, y el intento de aplicar ajustes más profundos, que ellos en su jerga llaman "reformas estructurales" o "reformas más serias", deberá recaer sobre los próximos gobiernos. Un economista argentino al servicio de las agencias imperialistas como Guillermo Calvo, puso esto negro sobre blanco: (para arreglar el problema de su economía) "Argentina deberá pasar pronto de un superavit primario de 2,5% del PBI a uno de 4%, por lo que el esfuerzo fiscal no tendrá precedente" (El Cronista, 03/02/03). Tengamos en cuenta que un 4% del PBI equivale a todo el gasto en personal del estado nacional más el pago a los jubilados y pensionados presupuestado para el 2003, que ascienden en conjunto a 27.900 millones de pesos. Y los intereses de la deuda externa que el Fondo y demás acreedores pretenden cobrar, calculados a una tasa modesta del 8%, rondan los 15.000 millones de dólares (unos 50.000 millones de pesos), por lo que ni con el 4% alcanza. Deuda externa: Duhalde/Lavagna desnudan su entreguismo "El peor escarnio que el gobierno tuvo que afrontar desde que asumió fue el de firmar esta durísima carta de intención con el FMI, puesto que lo obligó a reconocer por escrito (aunque oralmente lo negara) que esta gestión quedará en la historia como la que logró el record absoluto en materia de aumento de la deuda pública argentina por día de gobierno", escribió S.Gallichio, un economista del establishment (Consultora Exante, 31/01/03). ¿De qué se trata? De que Duhalde/Lavagna han estampado su firma en un acuerdo por el que no sólo dan por válida la ilegítima y fraudulenta deuda externa argentina, sino que reconocen además haberla aumentado un 29% en sólo un año y medio. La deuda pública llegará, al 30 de junio de 2003, a 186.478 millones de dólares, o a 650.000 millones en su equivalente en pesos. Lo que representa un incremento de 42.200 millones de dólares sobre los 144.279 millones de deuda declarados por ellos a fines de 2001. Este es el final de la fiesta redistributiva del duhaldismo, que él y su ministro pretendían ocultar. Sólo por la pesificación de las deudas privadas que benefició a sus amigos, obligan al estado nacional a asumir una deuda de 22.648 millones de dólares. Y "compensan" con 17.000 millones de pesos a los banqueros fraudulentos y ladrones por otras asimetrías y por lo que llaman "pérdidas de capital" por los recursos de amparo de ahorristas estafados. Asumen la deuda por los bonos emitidos por las provincias y reconocen otras deudas e intereses atrasados con los usureros internacionales. ¡Lindo regalito de un gobierno que iba a combatir al "modelo financiero"! Aumentaron la deuda a razón de 2.500 millones de dólares por mes en los 17 meses (si es que se van en mayo) de gestión. ¡Alguna vez tendrá que caer la justicia popular sobre estas y otras cabezas! ¿Veranito económico? Se equivocan quienes suponen que estamos al inicio de una reactivación. La Argentina "sustentable", según los parámetros imperialistas, es una Argentina para seis millones de personas. Si lo medimos por los 20 millones de pobres, falta todavía arrojar a 10 millones de personas a esa situación. Una economía "compatible" con esas exigencias, requiere superavits comerciales externos, y como el camino de las exportaciones, en un mundo en crisis, es cada vez más difícil, el bloque dominante en nuestro país ensaya el camino del ajuste perpetuo. El propio ministro de Industria de Duhalde, Dante Sica, destacó la desocupación y el bajo nivel de consumo de la población como los factores principales "que frenan el despegue de la producción y obligan a mantener un mercado interno totalmente deprimido" (La Capital de Rosario, 03/02/03). ¿Quién puede hacerse ilusiones entonces con la sustitución de importaciones? Es cierto que algo se está haciendo en sectores focalizados, y alguno que otro industrial se está llenando los bolsillos. Pero sin demanda y sin crédito, todo es muy difícil. Máxime si para alcanzar el "superavit fiscal" acordado por Duhalde/Lavagna y para el "esfuerzo fiscal sin precedente" al que nos piensan obligar en el futuro inmediato, pretenden seguir licuando los ingresos de la población, elevando la tasa de interés para un crédito interno casi inexistente y aumentando la presión fiscal sobre el mercado interno y la población de bajos recursos. El ajuste perpétuo Dentro de un horizonte razonable de tiempo, podría sostenerse que por este camino nunca habrá una recuperación. El movimiento cíclico de la economía argentina ha estado siempre asociado (de manera no exclusiva pero sí determinante) a los estrangulamientos periódicos en el sector externo producto de su carácter dependiente del imperialismo y del peso del latifundio en el campo (que condiciona la producción exportable), en forma directa en el período 1930-1976 y mediada por el endeudamiento externo durante el período 1976-2003. Ahora bien, frente a los cambios de los últimos 25 años profundamente reaccionarios en las relaciones sociales de producción y a las nuevas magnitudes en que esas relaciones se expresan: deuda externa completamente fuera de proporción en relación a otras magnitudes relevantes de la economía, extranjerización mayúscula de los recursos económicos y de las finanzas, concentración muy avanzada de la propiedad en general y de las tierras en particular, ejército de desocupados en exceso de las necesidades de valorización del capital (no hay mejor indicador de una crisis que éste), pérdida de herramientas anticíclicas del estado por las privatizaciones, etc., la economía habría perdido, si se me permite, "ciclicidad", en el sentido de que el viejo remedio oligárquico-imperialista, la devaluación, no produce de por si, como antiguamente, todos los ajustes técnico-cuantitativos requeridos para estabilizar la situación en base a las nuevas exigencias que brotan de las relaciones tradicionales de producción modificadas. El estrangulamiento periódico se transforma en estrangulamiento "permanente" (otra forma de decirlo es que la situación "se pudre"), la crisis sigue devorando a grupos económicos nacionales y extranjeros que no cuentan con los favores del sector hegemónico del bloque dominante y la lucha de las masas populares impide que el ajuste avance en varias direcciones, abriéndose una situación política de ingobernabilidad. La resolución final de la crisis exige entonces un desenlace en el terreno de la superestructura, en el terreno del poder. No estaríamos saliendo de la fase recesiva de un ciclo sino frente a un sistema que con altibajos se desploma, que no morirá por sí solo (si no se lo ayuda) pero que necesita reestructurarse profundamente para subsistir. Para ello hace falta más que una crisis "periódica". Requiere un cambio bastante completo en las relaciones de fuerzas económicas, políticas y sociales, lo que conduce al bloque dominante a enfrentamientos agudos en su seno y a enfrentamientos de vida o muerte con el pueblo. En definitiva, estaríamos frente a una agudización ¿inédita? de las contradicciones estructurales, en una coyuntura del tipo 1929 o 1976, en donde lo que siga no va a ser igual a lo anterior. Triunfe quien triunfe, los "cientistas sociales" dirán dentro de 10 o 20 años que 1976-2003/? fue un período preparatorio de las transformaciones que siguieron. Rosario, 06/02/03 * Profesor Titular de Teoría Económica, Universidad Nacional de Rosario ************************************************** Nello change the world before the world changes you because another world is possible